Solía pasar que a veces se tendía en el arenal a recordar las horas que gastaba mirando
películas viejas, mas que por nostalgia
por gusto...
Ya no hay música en tu voz, entonces
la sacudo,
enderezo el pentagrama,
imprimo corcheas y calibro una nueva entonación,
pero esta vez,
un poquito menos paquidérmica y como siempre,
con una pizca de merkén,
porque sus frases arden cuando los labios se rozan con la oreja...
- Por ahí te me metes